Conocer para conservar...

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viernes, 31 de enero de 2020

Avispas parasitoides

“No puedo persuadirme de que un Dios benéfico y omnipotente habría creado a propósito avispas parásitas con la intención expresa de que se alimenten dentro de los cuerpos vivos de las orugas”
Charles Darwin
La oruga no llegará a mariposa. Por mucho que se esconda entre las hojas de la planta, a resguardo de depredadores, su enemigo declarado ha dado con ella. En busca de protección y sustento para su prole, la avispa parásita, orientada por el olor característico que despide la oruga, ha encontrado lo que quería. En ese momento, la insignificante avispa hiende la blanda cutícula de la oruga e inyecta en su interior corporal una tanda de huevos. En esa cavidad prosperarán las larvas que nazcan, alimentándose de su propia guardería viva. Llegada su hora, la larva de la avispa saldrá al exterior, rompiendo la cutícula de su hospedadora por los flancos, y empezará a tejer el capullo de crisalidación en la superficie de la propia oruga. Una vez completada la metamorfosis, las avispas han alcanzado la madurez y podrán irse, en tanto que su hospedador morirá irremisiblemente sin pasar de oruga.
Las avispas parasitoides (Parasitica) son una agrupación de superfamilias de Hymenoptera de Apocrita. Son parasitoides de otros animales, especialmente de artrópodos. Muchos de ellos, como los de la familia Braconidae, son considerados beneficiosos porque actúan como controles biológicos de insectos que son plagas de la agricultura. En algunos casos se los utiliza para el manejo integrado de plagas.
Pero ocurren muchas otras cosas maravillosas ( algo menos truculentas) en este mundo de las avispas parásitas. Cuando una planta es atacada por un depredador, se defiende segregando sustancias químicas venenosas que actúan contra ellos, pero también se defiende pidiendo ayuda, y esto es casi increíble. Cuando una oruga muerde una hoja, la planta lo siente ( una sensación que no es transportada por nervios pero sensación a fin de cuentas), y, como respuesta, elabora un tipo de molécula que flota en el aire. El olor es como un perfume para las avispas parásitas. Mientras vuelan buscando un huésped se sienten atraídas por el olor de la sustancia segregada por las plantas. La siguen hasta la hoja herida,y encuentran a la oruga allí y la inyectan sus huevos. Estas conversaciones entre plantas y avispas son muy oportunas y precisas. De alguna manera desconocida, la planta puede saber el tipo de especie de oruga que la está comiendo, y dispersa la sustancia apropiada en el aire. Una avispa no responderá a no ser que la planta le informe de que la especie que está atacando su hoja es precisamente su huésped adecuado.
Verdaderamente hay otros mundos, pero están en este.

Capullos de crisalidación de avispas parasitoides y sus orugas hospedadoras. Tomadas en Guayedra, Gran Canaria.














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